La medicina es una ciencia y, como tal, se basa en evidencias, datos y pruebas. Ha dejado atrás siglos de oscurantismo, creencias e ineficacia para convertirse en una herramienta imprescindible en la mejora de la salud. Estos grandes avances científicos han permitido formar a profesionales con conocimientos y recursos suficientes para curar, prevenir y prolongar la esperanza y calidad de vida de muchas personas con enfermedades, como la diabetes o el cáncer, que en otros tiempos habrían causado su muerte temprana. La aplicación del pensamiento científico racional a la medicina ha contribuido en gran medida a estos logros. Por desgracia, todavía hay enfermedades para las que no hay tratamientos eficaces que disminuyan el dolor y el sufrimiento. Como contrapartida, la medicina se ha convertido en un negocio para muchos, no siempre lícito, en el que se desenvuelven con soltura las denominadas «medicinas alternativas y complementarias». Existen decenas de estas “medicinas” que encajan en la definición de pseudoterapias del Observatorio contra las Pseudociencias, Pseudoterapias, Intrusismo y Sectas Sanitarias de la Organización Médica Colegial de España: pseudoterapia es una “propuesta de cura de enfermedades, alivio de síntomas o mejora de salud, basada en criterios sin el respaldo de la evidencia” científica. Su número va en aumento debido a las grandes ganancias económicas que generan a sus practicantes.
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