Escribir un artículo de opinión siempre me ha parecido difícil. Hacerlo sobre lo que nos depara el futuro, mucho más. Aún así, agradezco a Ángel Cordero su invitación para participar en la sección de opinión de El Correo y otros diarios de Vocento, como Diario Sur, titulada «Hacia dónde vamos». Aquí tenéis un párrafo de mi contribución titulada «El reto de un futuro mejor. Para que el futuro devenga en el mejor presente posible, el bienestar de cada persona debe ser el de todos».
Vivimos momentos delicados y complejos en los que sobran corrupción, movimientos reaccionarios y creencias arcaizantes. Persisten la desigualdad y la marginación étnica y económica. Nuestros jóvenes son tratados como productos de los que solo se espera una rentabilidad económica y tienen difícil conciliar la vida familiar con su desarrollo profesional. Los ancianos adolecen de soledad y los servicios que la sociedad ofrece para atenderles son escasos. Nos enfrentamos a problemas como el cambio climático, el deterioro del medio ambiente, la escasez de agua potable, las hambrunas, las migraciones o el envejecimiento de la población. En nuestro día a día, las mentiras, las verdades edulcoradas o las elipsis son norma y a veces estamos tan saturados que corremos el riesgo de ser indolentes e indiferentes a los asuntos que deberían preocuparnos.
A pesar de esta situación, hay señales en muchos campos científicos y tecnológicos que nos permiten confiar en un futuro mejor. Somos capaces de curar enfermedades que parecían incurables, muchos cánceres son menos letales, la cirugía es menos cruenta, y los trasplantes y los órganos biónicos están mejorando nuestra calidad de vida. También me gustaría pensar que desarrollaremos implantes neuronales con los que nos entenderemos en cualquier idioma y eliminaremos muchas barreras ayudados por unas redes sociales más éticas. Soñando un poco más, siendo optimistas, es probable que la inteligencia artificial y la robotización puedan generar riqueza, facilitando su distribución más justa. Además, un salario universal podría revalorizar el trabajo, potenciar la creatividad, y dificultar la explotación y la alienación laboral. La historia nos muestra que el interés común y la solidaridad fortalecen el progreso de las sociedades.
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Invertir en investigación es invertir en el futuro. Para que nuestros descendientes estén mejor preparados para afrontar los problemas que puedan surgir, es muy importante que nuestra sociedad les proporcione una enseñanza que fomente el pensamiento racional y crítico, desarrolle la filosofía y las artes, y les ofrezca una sanidad de calidad y universal. Para que el futuro devenga en el mejor presente posible, el bienestar de cada persona debe ser el de todos.
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