Las enfermedades infecciosas, lejos de desaparecer, han experimentado un inesperado resurgimiento, más evidente en algunas regiones del planeta. La aglomeración de la población en áreas urbanas con el aumento de barriadas marginales, las migraciones y viajes intercontinentales, la globalización, los cambios ambientales, climáticos y ecológicos junto con la evolución acelerada de las tecnologías sanitarias, son algunos de los factores que están influyendo en este cambio epidemiológico de las infecciones. Estos cambios son más evidentes en las enfermedades causadas por virus, bacterias y protozoos, con la irrupción y consolidación del Sida, la gripe tanto aviar como la nueva H1N1, el SARS, el cólera cuya séptima pandemia no acaba, el paludismo y muchas otras. Las enfermedades transmitidas por vectores son las más propicias para verse favorecidas por estos cambios asociados a la evolución humana y al cambio climático relacionado.
El impacto del cambio climático y las alteraciones medioambientales sobre la patología causada por hongos parece menos evidente. Sin embargo, tanto las micosis como las enfermedades asociadas a fenómenos alérgicos y tóxicos asociados con hongos están cambiando en aspectos importantes. Entre estos, destaca el aumento de las enfermedades causadas por hongos relacionados con zonas más cálidas como Paracoccidioides brasiliensis, Penicillium marneffei o Cryptococcus gatti. Aunque otros factores son importantes, la incidencia de la criptococosis entre pacientes con Sida en África es entre 3 y 6 veces mayor que en Europa, América del Norte o Australia. Otro hecho llamativo, ha sido el reciente brote epidémico de criptococosis por Cryptococcus gatti en la isla de Vancouver (Canadá), región templada lejos de los nichos habituales de esta especie.
Algunos autores como García-Solache y Casadevall (García-Solache MA & Casadevall A. Global warming will bring new fungal diseases for mammals mBio 2010; 1:e00061-10) plantean la hipótesis de que el calentamiento global incrementará la incidencia de micosis en personas y otros mamíferos tanto por el aumento geográfico de las áreas endémicas como por una adaptación de la termotolerancia de especies que no son todavía patógenas. Un mundo más cálido podría cambiar significativamente la distribución de aquellas especies fúngicas termotolerantes al crear condiciones ambientales más favorables. Esto sería favorecido con la entrada humana en áreas que no estaban habitualmente pobladas, facilitando el contacto con especies fúngicas potencialmente patógenas. Esta nueva situación creada por el cambio climático debería estimular la obtención de nuevos fármacos antifúngicos y el desarrollo de vacunas y otros métodos de inmunoprofilaxis contra estas nuevas agresiones. Estas herramientas tendrían que ofrecer una alternativa real y útil para proteger no sólo a las personas, si no también a animales y cosechas.
Este es el resumen de la Conferencia de clausura del XI Congreso Nacional de Micología que dicté el pasado sábado 22 de septiembre en Cádiz. Las diapositivas empleadas durante la conferencia las podéis ver aquí: GQ XI CNM 2012 6.
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