Hace 40 años que John Lennon fue asesinado por Mark David Chapman a escasos metros del portal de su residencia en el edificio “Dakota” de Nueva York tras regresar de los estudios de grabación “Record Plant”. Uno de los testigos del crimen fue el portero del inmueble, José Sanjenis Perdomo.
Sanjenis fue un policía cubano a las órdenes de Batista y que en su exilio a Estados Unidos trabajó como agente de la CIA, siendo una de sus más importantes responsabilidades la dirección de nada menos que la Operación 40, una misión encubierta de la agencia americana cuyo objetivo era el derrocamiento de Jefes de Estado contrarios a la política de Estados Unidos. Este individuo también fue colaborador directo de Frank Sturgis, que estuvo involucrado en el asesinato de Kennedy y, años más tarde, en el escándalo del Watergate. De hecho, fue Sturgis quien informó a la familia de Sanjenis de su supuesta muerte por causas naturales en 1974. Se cierra el telón. Se abre el telón y este hombre aparece de nuevo de portero suplente en el edifico Dakota en 1980 convirtiéndose en el principal testigo en el juicio contra Chapman. Fue él quien quitó de su mano la pistola todavía humeante a un catatónico Chapman después de que acabara con la vida de John Lennon que, a su vez, estaba siendo investigado por el FBI por su implicación, entre otras actividades, en las protestas contra la guerra de Vietnam o por su afinidad con Bobby Seale, el líder de los Panteras Negras.
Pero dejemos por un momento al margen el hecho de que Lennon, investigado por el FBI, fuera asesinado justo el día que trabaja de portero del Dakota un exagente de la CIA dado por muerto, y centrémonos en el asesino.
Mark David Chapman era hijo de un maltratador. Tenía miedo a su padre que agredía físicamente a su madre y, con casi total certeza, al propio Chapman. A los catorce años, acosado por sus compañeros de colegio, consumía entre otras drogas cocaína, LSD y heroína. Sufrió depresiones siendo adolescente y con 22 años se intentó suicidar conectando con una manguera de aspiradora el tubo de escape de su coche con el interior del vehículo. Su intento fracasó ya que la manguera se derritió rápidamente. Esta serie de elementos en la peripecia vital de un individuo podrían ser suficientes para predecir alguna patología con una significativa relevancia clínica. El hecho de que Chapman se casara precisamente con una japonesa parece un indicio de la identificación con el personaje, muy propia de los acosadores de celebridades, de forma que asesinando a Lennon expiaría sus propios demonios internos. Esta obsesión, muchas veces delirante, unida a las alucinaciones auditivas que confiesa en sus declaraciones, nos indica que Chapman podía padecer una esquizofrenia de tipo paranoide.
Cuando se comete un crimen en el contexto de una patología psiquiátrica es lógico que en el proceso judicial correspondiente se plantee una discusión forense sobre el grado de imputabilidad del acusado. Pero Chapman, en contra del criterio de su abogado, admitió su culpabilidad y se negó a hacer ninguna valoración pericial sobre su estado mental. En el año 2000, cuando ya llevaba 20 años en prisión, pudo acogerse al derecho de solicitar libertad vigilada, pero fue denegada. Su posible esquizofrenia paranoide jamás ha sido tratada ya que él no lo ha consentido. De alguna forma Chapman no quiere diluir ni un ápice de su protagonismo en el crimen con el diagnóstico de una posible patología. Sea como fuere, según la ley del estado de Nueva York, Chapman ha tenido derecho a una audiencia de libertad condicional cada dos años, habiendo sido denegadas las diez solicitudes que ha cursado desde el año 2000.
Con la repercusión mediática que tuvo este caso, también entra dentro de lo posible que haya inspirado crímenes posteriores. Apenas cuatro meses después del asesinato de Lennon, John Hinckley intentó asesinar al presidente Ronald Reagan con el único propósito de impresionar a Jodie Foster que, por aquella época, solo empezaba a brillar gracias a su papel de prostituta adolescente en Taxi Driver. Se da la circunstancia que la policía encontró una copia de “El Guardián entre el centeno” entre las pertenencias de este desequilibrado, que era, precisamente, el libro de cabecera de David Chapman. Por si fuera poca la conexión, el padre de Hinckley, era presidente de la asociación cristiana World Vision, organización en la que estuvo empleado Chapman.
Lo curioso de esta conexión, muy cinematográfica pero real, es que World Vision actuó como un caballo de Troya para la inteligencia y los intereses de EE.UU. en América Central durante su apoyo a la contra nicaragüense. De hecho, era notoria la relación de alguno de sus responsables con el presidente Somoza. World Vision tuvo, además, un papel muy relevante en la ayuda y captación de los cubanos huidos tras la llegada de Castro al poder para, en algunos casos, reconvertirlos en agentes al servicio de la inteligencia norteamericana. Es decir, todo parece indicar que José Sanjenis podría haber sido reclutado por World Vision, con lo que podemos cerrar un círculo en el que quizás sea mejor no seguir escarbando.
En definitiva, en el juicio a David Chapman, no hubo pericial psicológica ni, como es lógico, tuvo ningún recorrido la teoría de la conspiración que acabamos de sugerir, a pesar de la presencia de Sanjenis en la escena del crimen y del hecho que jamás se haya vuelto a saber nada de este hombre tras su declaración en sala. Tampoco se mencionó algo que pudo percibir Lennon en la actitud de Chapman cuando éste le pidió que le firmara un ejemplar del álbum Double Fantasy, ya que el autor de Imagine le preguntó a quien se convirtió en su asesino: ¿Es esto todo lo que quieres?
Para saber más: San Juan, C. (2017). Una historia de los Beatles: Las claves del porqué son el mejor grupo de la historia. Barcelona: Ed. Ma non Troppo.
Muy interesante el artículo, a mis padres también les ha llamado la atención ya que en esa época eran adolescentes cuando sucedió y lo recuerdan especialmente. Muchas gracias por compartirlo!
Me alegro Aitor. Y que lo hayas compartido con tus padres.
Un saludo
Muy interesante artículo. Bien desarrollado el punto que expones con información contrastable, sin caer en especulaciones irresponsables. Mi padre quien ya falleció, nunca quedó conforme con la versión oficial sobre el asesinato de Lennon. Él fue un destacado detective por décadas y jefe de una unidad de inteligencia de la policía acá en Chile.
Siempre pensó que el activismo político fue el móvil en su crimen, y que en éste estarían implicadas personas e intereses insospechados. Similar a lo de Luther King, decía. Gran pérdida la de John Lennon. Muchas gracias por compartir tus indagaciones. Saludos.
Gracias a ti Andrés por tu valoración. Un saludo y mi reconocimiento a la labor realizada por tu padre en Chile.
muy bueno
Gracias Sofía.
césar
Yo tambien coincido por lo dicho del chileno Andrés Pacheco, soy un investigador peruano y descubri que la causa fue politica por una declaracion antes de su muerte en donde afirmaba lo siguiente: “…El mundo es gobernado por sicopatas para fines satanicos y sicopatas, el mundo es engañado totalmente por ellos para su beneficio…”
Cuál es la teoría criminológica ?
Hola Kristina. En realidad yo no me he referido a ninguna teoría criminológica en todo el texto. Me temo que no entiendo tu escueta pregunta.
Era muy jovencita cuando asesinaron a Lennon y siempre tuve esa incógnita? Y pienso que el acusado puede ser un medio utilizado por otros intereses, en fin sólo hipótesis.