¿Adiós al efectivo en Europa? Un cambio individual supeditado a un entorno favorecedor

Fuente imagen: ChatGPT

El uso de pagos electrónicos está en auge en Europa, pero no todos los países adoptan esta innovación al mismo ritmo. ¿Cuáles son los factores determinantes de la adopción de los pagos sin efectivo en Europa? Un reciente estudio que combina variables individuales y de contexto llega a hallazgos clave tanto para el ámbito académico como para el desarrollo de políticas que impulsen la digitalización financiera de manera inclusiva y eficiente.

Los pagos sin efectivo no solo representan una revolución tecnológica, sino también un cambio estructural en la economía. Mientras que, en algunos países europeos, como Finlandia y Estonia, el pago con tarjeta, con móvil, o incluso con criptomonedas es habitual, en otros, como Italia, la dependencia del efectivo sigue siendo alta. ¿A qué se deben estas diferencias? El estudio emplea un enfoque multinivel para responder a esta pregunta, considerando tanto los factores individuales como los elementos estructurales y de contexto de cada país. El tránsito hacia una economía sin efectivo es un fenómeno que combina preferencias individuales hacia esa innovación tecnológica, con un contexto nacional adecuado que incluye el grado de desarrollo de las infraestructuras.

A nivel individual, el análisis confirma que la familiaridad con los servicios bancarios digitales y la habitualidad en la existencia de múltiples opciones de pago favorecen la adopción de sistemas sin efectivo. Sin embargo, el estudio destaca que la resistencia al cambio sigue siendo un obstáculo, influida por la costumbre de la utilización de efectivo, y porque la desconfianza en la tecnología genera la necesidad de tener siempre disponible una alternativa física.

Pero no es una cuestión únicamente individual. El contexto en el que se opera también es determinante. La infraestructura tecnológica de un país, así como el nivel de habilidades digitales de su población, juegan un papel crucial. No basta con que las autoridades de un país quieran que se realicen pagos sin efectivo, sino que el entorno lo impulse, porque de lo contrario será imposible.

Los resultados de este estudio permiten llegar, al menos, a tres implicaciones:

  1. El cambio individual supone un cambio de actitudes y de romper rutinas, por lo que el proceso será lento.
  2. Es fundamental mejorar las habilidades digitales de la población en general, ya que el nivel de conocimiento y familiaridad con la tecnología influye directamente en el uso de estos sistemas.
  3. Las políticas públicas deben centrarse en fortalecer la infraestructura de pagos, impulsar la formación en competencias digitales y generar confianza en la seguridad de los pagos electrónicos para fomentar su expansión.

La transformación hacia una economía sin efectivo avanza, pero su ritmo no está determinado de forma exclusiva por los individuos, sino que es el resultado de la interacción entre el comportamiento de las personas usuarias y las condiciones del entorno. Comprender estas dinámicas es clave para diseñar estrategias efectivas que fomenten un ecosistema de pagos eficiente, seguro e inclusivo. En definitiva, la adopción de los pagos sin efectivo solo será una realidad cuando existan una infraestructura sólida, unas competencias digitales fortalecidas y unas políticas públicas efectivas que trabajen conjuntamente para impulsarlos.

El trabajo original del que se ha extraído este resumen está publicado en la revista Financial Innovation y ha sido realizado por los investigadores José Domingo García-Merino, Leire San-Jose y Nerea San-Martín, miembros de Enpresa Institutua – Instituto de Economía Aplicada a la Empresa de la UPV/EHU.

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