La crisis, sanitaria y económica, debida a la covid-19, y la más actual crisis, bélica, humanitaria y económica, generada por la guerra en Ucrania, han inducido una fuerte sensación de incertidumbre. ¿Dónde encontrar sus orígenes? Arturo Rodríguez Castellanos, Catedrático de Economía Financiera y miembro de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras, indaga sobre estos aspectos en una conferencia recientemente pronunciada en dicha Real Academia.
Las dos crisis comparten cierta singularidad, pues, a diferencia de crisis anteriores, no tienen su origen en el funcionamiento del sistema económico-financiero, sino en shocks externos, en concreto una pandemia y una guerra. Pero también presentan similitudes con otras crisis, siendo producto de la complejidad generada por la globalización, y además han sido en gran medida imprevistas, como reflejo de la incertidumbre debida a la complejidad.
¿Por qué son producto de la complejidad generada por la globalización? En el caso de la covid-19, la complejidad de las redes globales de transporte contribuyó a difundir el virus. Y las medidas tomadas para atajar el contagio, como los confinamientos y el cierre de instalaciones, hicieron colapsar muchas complejas redes de suministro globales, en un efecto en cascada, que luego pasó a un colapso de la demanda en muchos sectores –transporte, comercio presencial, hostelería, etc.–, lo cual realimentó la crisis, trasladándose a los mercados financieros, contagiándose entre ellos y con otros mercados, como los de materias primas. Y en la segunda, el corte de suministros de cereales y otras materias primas, así como de componentes, producidos en Ucrania, así como las sanciones económicas sobre Rusia, han supuesto no solo nuevas rupturas de redes de suministros, sino también severos incrementos de precios que amenazan la recuperación económica iniciada tras las fases más graves de la covid-19, no solo en Europa, sino en muchos otros países del mundo.
En cuanto a imprevisibilidad, debe tenerse en cuenta que la mayor complejidad en la economía mundial genera indudables ventajas, pero también, según las circunstancias, mayor fragilidad ante dificultades, y mayor incertidumbre. Esto se traduce en imprevisibilidad en los acontecimientos, como se manifiesta tanto en la irrupción de la pandemia y sus consecuencias económicas, como en la intervención militar rusa y sus efectos económicos, todavía no conocidos ni en su extensión ni en su gravedad. Ahora bien, la impredictibilidad de las crisis no es una característica nueva. De hecho, se ha presentado en la “crisis subprime” y también en la gran mayoría de las crisis pasadas, con origen diferente a estas últimas, pues ha sido de tipo económico o financiero, pero también resultado de la complejidad originada por la globalización, como hemos tenido ocasión de mostrar en diversos trabajos efectuados en colaboración con la profesora Nerea San Martín.
Otra característica propia de estas dos últimas crisis es la relevancia alcanzada tanto por las redes de suministro globales como por la logística vinculada a las mismas, lo cual implica la necesidad de aplicar una atención preferente a estos aspectos en un mundo progresivamente más complejo, y precisamente por ello, más incierto e imprevisible.
Puede accederse al video de la conferencia, centrada en la crisis de la Covid-19, en este enlace.
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