El libro muestra los nuevos retos a los que se enfrentan las ciudades para ser sostenibles, abordando desde la gestión urbana a cómo se pueden afrontar los desafíos a los que están expuestas, desafíos ocasionados por el cambio climático, o de naturaleza no climática, y previendo las pérdidas potenciales que pueden ocasionar.
Expone cómo se preparan las ciudades para desarrollar la capacidad de dar respuesta y afrontar las consecuencias de estos impactos, a la vez que fomentan la capacidad de la ciudad para resistir o adaptarse a la situación, como muestran los ejemplos de las ciudades que ya han comenzado con planes para impulsar la resiliencia urbana. Con una moraleja: no se vislumbran en el horizonte ciudades sin ningún tipo de vulnerabilidad.
Ante estos retos, la gestión urbana está comprometida en aminorar la vulnerabilidad social que afecta a las personas que viven en la ciudad, al tiempo que protege los recursos naturales para reducir la vulnerabilidad ambiental, y además, planificando la gestión financiera para poder afrontar los daños provocados por un desastre. Hay que asumir que los nuevos desafíos exigen una transformación de los territorios. Por eso, algunas ciudades han emprendido el proceso de transición hacia un modelo de economía circular, como muestran los ejemplos de ciudades españolas y europeas que han adquirido este compromiso con el nuevo modelo, implicando tanto a los ciudadanos, como a los agentes económicos de la ciudad y al sector público. Se exponen los ejemplos de las ciudades que tienen el compromiso social de reducir el desperdicio alimentario, que estimulan a las empresas hacia la ecología industrial y el reciclaje o que impulsan proyectos innovadores de agricultura urbana, superando obstáculos, regulaciones administrativas, o cambios en los hábitos de consumo para allanar el camino de la transformación.
¿Y es este el único objetivo de las ciudades sostenibles? Las ciudades reciben un legado, una herencia de conocimientos y habilidades, un patrimonio cultural que no solo hay que conservar, si no que, con un desarrollo sostenible protector de los recursos para las generaciones siguientes, adquiere sentido dar al patrimonio cultural un enfoque más dinámico para compartir la herencia de conocimientos con las nuevas generaciones. Por esta razón, se exponen ejemplos de prestigiosas industrias culturales y creativas, como la gastronomía y la enología, las industrias del cristal, la cerámica o el perfume entre otras que, asentadas en ciudades españolas y europeas, aportan además un beneficio social porque inician a las generaciones siguientes en otros conocimientos que no surgen de la nada.
Y en estas ciudades, ¿puede el turismo contribuir al desarrollo sostenible? Con una gestión urbana que valora la singularidad de las ciudades, como muestran los ejemplos de ciudades desde España a Portugal, Francia o Italia, que protegen al comercio emblemático por su antigüedad y singularidad, que tienen rutas gastronómicas y enológicas o rutas por los cafés históricos, testigos desde la Ilustración, de los debates de una época en torno a un café que en muchas ciudades europeas han llegado hasta el s. XXI, o los hoteles que fueron vanguardia con el turismo del s. XIX, y que hoy son una muestra del lujo del s. XXI, son ejemplos de la ciudad auténtica e inimitable que atrae turismo para un desarrollo sostenible.
Como la ciudad posindustrial fue capaz de afrontar la crisis con nuevos instrumentos en la gestión urbana para mejorar la vida de los ciudadanos, la ciudad sostenible asume los nuevos desafíos entre la corriente de cambios en los servicios públicos que no han dejado de fluir desde hace más de treinta años, para seguir mejorando la comunidad.
Referencia bibliográfica: De Elizagarate, V. (2021). Ciudades sostenibles. Estrategias para gestionar los desafíos conservando el legado de las ciudades. Ediciones Pirámide, Madrid.
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