Los productos derivados son una importante herramienta para gestionar el riesgo de una cartera de manera ágil y eficiente. En el caso de los fondos de inversión, aunque el talento del gestor es crucial, la utilización de este tipo de productos permite obtener mejores resultados. Sin embargo, los derivados a menudo se asocian a complejidad (y lo que no se comprende fácilmente, se tiende a pensar que no es útil) así como a riesgo elevado, asumiendo que utilizarlos supone siempre tomar posiciones apalancadas.
Veamos algunos ejemplos que permitan desmontar estas ideas preconcebidas.
Estrategias de cobertura
Este tipo de estrategias tienen como objetivo eliminar total o parcialmente la exposición al riesgo de mercado o adaptarlo a unas expectativas determinadas.
La cobertura con futuros equivale a invertir la cartera en liquidez. La ventaja de utilizar estos productos está en el dinamismo con el que se puede realizar la estrategia así como en su bajo coste. Por ejemplo, si se quiere deshacer una posición de 1 millón de euros con una comisión del 0,10%, supondría un coste de 1.000€. Si pasados unos días se vuelve a tomar la misma posición, el coste se duplicaría. Esos -2.000€ reducen directamente la rentabilidad del fondo. Sin embargo, la misma estrategia con Futuros sobre IBEX 35 (vendiendo 10 futuros) tendría un coste de 13 euros (1,3€ por futuro), 26€ cuando se deshaga la cobertura.
En algunos casos los productos derivados son la única herramienta disponible por el gestor para cubrir determinados riesgos. Así, una cuantía importante de la rentabilidad de un fondo viene determinada por los dividendos que generan los activos de su cartera. ¿Qué pasaría si una compañía de la que se espera recibir una cierta cantidad en dividendos decidiera recortarlos? El gestor puede eliminar esta fuente de incertidumbre mediante la venta de Futuros sobre Dividendo, lo que le permite asegurar la cantidad que el mercado espera recibir. Como contrapartida, si la compañía decide aumentar el dividendo, el fondo no obtendrá ese extra de rentabilidad.
Estrategias especulativas
En este caso los productos derivados se utilizan para asumir riesgos en sustitución o como un complemento a la inversión en el activo subyacente. Analizamos a continuación los siguientes ejemplos de contratos negociados en MEFF:
- Futuros sobre Acciones: si Telefónica cotiza a 12€, con 1.200€ disponibles puedo comprar 100 acciones. Sin embargo, me puedo plantear la alternativa de comprar un Futuro sobre Telefónica para lo que sólo tengo que depositar 120€ de garantía. Lógicamente, si los 1080€ restantes se invierten en liquidez, la posición no está apalancada y genera exactamente la misma rentabilidad que la compra de las 100 acciones. Sin embargo, si no dispongo de esa inversión en liquidez, la posición está apalancada 10 veces; si Telefónica cae un 5% hasta 11,40€, la pérdida de 60€ sobre los 120€ supone un 50% del capital disponible. Por lo tanto, aunque los productos derivados permiten el apalancamiento, es el gestor el que decide el mayor o menor riesgo que asume con estos productos.
- Opciones sobre Índice: las alternativas más sencillas para posicionarse al alza son la compra de Call y la venta de Put. En una primera aproximación a estas posiciones (Ver gráficos 1 y 2) todo el mundo coincide en que para ponerse alcista es mejor la compra de Call, ya que tiene pérdidas limitadas y beneficios ilimitados, mientas que en la venta de Put es al revés. De hecho, los desconocidos en la materia no lo consideran como alternativa de inversión.
Gráfico 1: Posición de compra de Call. Fuente: Elaboración propia.
Gráfico 2: Posición de Venta de Put. Fuente: Elaboración propia.
Analicemos dos escenarios alternativos para ver cómo evolucionan estas dos posiciones alcistas:
- En la primera de ellas el activo subyacente sube un 2% en un solo día, quedando 60 días al vencimiento. Eso genera un aumento en el valor del Call del 27,66% y una disminución del Put del 21,82% (al estar vendido, esta rentabilidad es positiva). Claramente la mejor opción es la compra de Call, tal y como podemos apreciar en el Cuadro 2.
Cuadro 2: El activo subyacente sube un 2% en un día.
- En la segunda situación se mantiene la subida del activo subyacente, pero ésta se ha producido a lo largo de 20 días. En este contexto, seguramente la volatilidad haya bajado; supongamos que lo hace del 25% al 20%. En el Cuadro 3 podemos observar cómo la posición más favorable en este segundo escenario es la venta de Put.
Cuadro 3: El subyacente sube un 2% en 20 días y baja la volatilidad al 20%.
Por lo tanto ante expectativas de una subida rápida del activo subyacente, la mejor opción es comprar un Call (que esperamos tener poco tiempo en cartera, ya que el valor temporal nos afecta negativamente). Sin embargo, si se espera que el activo subyacente suba despacio, lo correcto sería vender un Put. Lejos de ser una posición muy arriesgada como intuitivamente se pueda pensar, la venta de Put es una posición que ayuda a gestionar mejor el riesgo, ya que ingresa una jugosa prima (en este caso 4,04%).
*Enrique Castellanos, Financial Risk Management(FRM), Mercados Financiero, Inversiones y activos (MFIA). Profesor, Instituto BME.
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