Xabier Ezeizabarrena, Profesor de Derecho Administrativo (UPV/EHU): bcpecsaj@ehu.eus
Pasados más de tres años tras el referéndum británico sobre el “Brexit”, el Reino Unido, o una parte del mismo, se aproxima tambaleante a encauzar su salida de la Unión Europea (UE). Las implicaciones son significativamente diferentes entre Inglaterra y Escocia respecto de la cuestión europea. Algo similar sucede con Irlanda del Norte, por cierto, con un 58% de sus votantes favorables a su permanencia en la UE.
La cuestión escocesa, y también el tema irlandés, tienen un doble alcance, interno y europeo, de importantes consecuencias en ambos ámbitos y claramente relacionados entre sí, a la vista de la evidente voluntad de la ciudadanía de Escocia y de Irlanda del Norte de permanecer en la UE con sus derechos y obligaciones.
En el ámbito interno, hay quienes habían advertido durante las últimas décadas de la escasa atención, cuando no manifiesto rechazo, que el proceso europeo suscitaba en algunos sectores de Gran Bretaña. No, por cierto, en Escocia o en Irlanda del Norte, donde se aboga abiertamente por su pertenencia a la Unión Europea con todas las consecuencias. Este aspecto es central en la actualidad, dado que la inminente salida del Reino Unido de la UE justifica la necesidad de consultar a la sociedad escocesa sobre su independencia, si consideramos que su demanda de pertenencia a la UE se mantiene constante y creciente en las últimas décadas y en la actualidad. Un planteamiento perfectamente plausible para dar solución a la situación actual, en el caso irlandés, sería la histórica y ansiada reunificación política de Irlanda.
La cuestión no es sencilla pero, particularmente en los ámbitos más conservadores del Reino Unido, se manifiesta como un auténtico reto o dilema que los políticos británicos y su sociedad necesitan dirimir ahora que su salida de la UE es algo inminente. Obviamente, en dicho proceso, el papel de Irlanda del Norte y su voluntad de permanencia en la UE vuelve a ser fundamental si consideramos que sus ciudadanos son europeos en la actualidad, a todos los efectos, y el acuerdo de viernes santo (“Good Friday Agreement” & Northern Ireland Act, 1998) reconocen el derecho del pueblo irlandés a su reunificación.
Como es conocido, el referéndum celebrado en Escocia en 2014 abogaba por la integración de una Escocia independiente en la UE. Dado que “lo que queda” del Reino Unido ha decidido ubicarse fuera de la UE, el choque político con la voluntad escocesa persiste y requiere, también con naturalidad, el pronunciamiento de la sociedad escocesa como ha anunciado el Scottish National Party liderado por Nicola Sturgeon. El caso de Irlanda del Norte es igualmente paradigmático para el logro de una República de Irlanda unida e integrada en la UE a todos los efectos.
En cualquiera de las diferentes posibilidades abiertas, lo más adecuado es que la UE y sus instituciones se vayan preparando para cualquier eventualidad con el caso británico, evitando vetos y recordando que las ciudadanías de Escocia e Irlanda del Norte ostentan toda una serie de derechos y obligaciones como europeos que quieren ver garantizados. Las instituciones comunitarias ya advirtieron durante 2017 que abrirían la puerta a una Irlanda reunificada tras culminarse el “Brexit”.
A tal fin, los resultados del referéndum de 23-6-2016 sobre el “Brexit” fueron significativos. En Inglaterra, un 53% votó por la salida de la UE y un 47% por seguir en la UE; en Escocia, el 62% votó por seguir en la UE y un 38% abogó por la salida; en Irlanda del Norte, el 58% votó por mantenerse en la UE. Los escoceses son titulares de derechos y obligaciones como ciudadanos comunitarios y quieren mantener dicha condición. También ha sucedido lo mismo en Irlanda del Norte. Creo que tanto al Reino Unido como a la UE, les toca pronunciarse en clave de democracia directa y abierta. Una vez consumada la salida del Reino Unido de la UE, no dejará de resultar curioso que la oficialidad del inglés en la propia UE pueda mantenerse, entre otras razones prácticas, gracias a su cooficialidad constitucional en la República de Irlanda.
Si todo lo anterior es natural en Gran Bretaña por razones de cultura y tradición democráticas y, además, es respetado por la UE, parece evidente que habrá un nuevo referéndum sobre la soberanía de Escocia y que, una de las soluciones a la deriva de Boris Johnson con el “Brexit”, bien pudiera ser una República de Irlanda reunificada, por fin y en paz, dentro de la Unión Europea.
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