A menudo no vemos aquello que no conocemos. Y creo que es cierto también que no podemos amar lo que desconocemos. Por eso me parece importante que todas las personas aprendan, al menos un poco, a reconocer las constelaciones y las estrellas en el cielo. Porque es una riqueza más de nuestra cultura y de nuestro entorno natural. Aunque ya hemos visto en anteriores entradas que es posible ver mucho más de lo que parece desde los contaminados cielos de nuestras ciudades, también es cierto que un cielo oscuro, profundo, ayuda a dar nuestros primeros pasos por el Universo que nos rodea y a aprender a respetarlo.
He tenido la suerte de pasar unos días con la familia en Ligüerre de Cinca, en la provincia de Huesca muy cerca de los Pirineos. Además de pasear por las montañas, los bosques y los ríos y de recorrer los pueblos medievales llenos de historia, también pudimos gozar de sus magníficos cielos estrellados. No hace falta demasiado para disfrutar de esas vistas: sobran los conocimientos enciclopédicos y los equipos de observación al alcance de unos pocos. Basta con tener ganas de dar un pequeño paseo a oscuras, alejarnos de las luces y dejar que nuestros ojos se acostumbren al espectáculo. Cuando alguien nos señale por primera vez los tesoros que se esconden en las constelaciones, nos preguntaremos cómo no los habíamos visto antes.
Hola Santiago… nos ha encantado lo que cuentas de Ligüerre de Cinca.
La verdad es que el mundo de las estrellas es mágico.., mirar al cielo y buscarlas, reconocerlas y saber su nombre es una experiencia maravillosa. Un saludo M.Mar, desde la Recepción…