La exploración planetaria requiere normalmente de años, en algunos casos décadas, de planificación y estudio y no está por tanto expuesta al capricho momentáneo de los buenos propósitos de cambio de año. Sin embargo, vivimos tiempos emocionantes para la exploración de nuestro Sistema Solar y ésta es una gran ocasión de revisar nuestra agenda de eventos para este año que ahora comienza, repleta de grandes citas, aunque alguna de ellas ya se ha visto cancelada, como enseguida veremos.
Desde mi punto de vista, uno de los grandes hitos de 2016 será la llegada de la misión Juno. Tras cinco años de viaje por el espacio interplanetaria, la sonda de la agencia espacial americana NASA llegará al planeta Júpiter con el propósito de estudiar el interior del planeta. Igual que Juno en la mitología clásica, sus instrumentos y su órbita polar están diseñados para ver más allá de las densas nubes que cubren al gigante gaseoso y ofrecernos información sobre el interior del planeta. En particular, nos interesa saber si realmente posee un núcleo, dado que este hecho nos daría una información tremendamente valiosa sobre la forma en que se formó, no sólo Júpiter, sino posiblemente otros planetas gigantes que hemos visto orbitando en torno a otras estrellas. A través de sus observaciones en microondas, también podrá indicarnos la abundancia de agua en el planeta, sobre la que sólo poseemos los anómalos datos proporcionados por la sonda Galileo en los años 90.
Pero 2016 también es un gran año para Marte. Debido a las distancias que separan a la Tierra y al planeta rojo del Sol, cada dos años se produce lo que llamamos una oposición. Lo cual implica que lo veremos brillar fuertemente en el cielo, pero también que la distancia que nos separa es mínima y que por lo tanto es un gran momento para viajar ahorrando combustible.
Sin embargo, el regusto es amargo, dado que hace unas pocas semanas NASA la cancelación temporal de su misión Insight, un aparato que debía aterrizar sobre la superficie de Marte y tomar medidas sísmicas. En principio, la misión se retrasa 2 años a la espera de la siguiente situación orbital favorable. Algo similar ocurrió ya con Curiosity, que vio retrasado su lanzamiento ante las dudas sobre el funcionamiento de algunos de sus instrumentos. Confiemos por tanto en que sea así y en dos años volvamos a hablar de Insight.
La agencia espacial europea ESA, en cambio, sigue adelante con sus planes de enviar este mismo año la misión ExoMars 2016, el orbitador Trace Gas Orbiter junto con el módulo de aterrizaje Schiaparelli. El primero es un satélite que estudiará la cantidad de determinados compuestos que se encuentran en pequeñas cantidades pero que pueden evidenciar actividad biológica o geológica. El módulo Schiaparelli es lo que se llama un demostrador tecnológico que debe abrir el camino para el rover europeo que viajará a Marte en la próxima oposición de 2018.
Pero la ESA tiene otro frente abierto: el final de la misión Rosetta, aún en órbita en torno al comenta 67P/Churuyumov-Gerasimenko. Los planes actuales consisten en finalizar la misión extendida en septiembre de 2016 con un complicadísimo descenso sobre el cometa. De salir bien, podriamos completar la información que nos proporcionó el aterrizador Philae en su accidentado viaje a la superficie del cometa.
Por esas mismas fechas, será lanzada la misión OSIRIS-REx de NASA, cuyo objetivo será alcanzar el asteroide Bennu dos años después, de donde deberá traer una muestra a la Tierra para su posterior estudio. Una misión que sin duda dará mucho que hablar en los próximos años.
Y por supuesto, tampoco nos olvidamos de Akatsuki, la sonda japonesa por fin en órbita alrededor de Venus, que a lo largo de este año nos proporcionará a buen seguro notables avances en nuestro conocimiento de la atmósfera de nuestro vecino.
En resumen: un año tremendamente excitante por delante. Si queréis saber más sobre estos temas, este jueves 7 de enero estaré en La Mecánica del Caracol charlando sobre ello, actualizaré el tema en cuanto disponga del podcast.
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