Comencemos por definir el misterioso acrónimo de la entrada: PFM = Proyecto Fin de Máster. Y, ya puestos, en previsión de lo que nos vamos a encontrar por el camino, os regalo uno nuevo: MCyTE = Máster en Ciencia y Tecnología Espacial. Resulta complicado empezar de forma más árida, ¿no? Pues lo cierto es que estamos probablemente ante lo que es la parte más divertida (si va bien), aunque trabajosa (normalmente) y en ocasiones complicada (especialmente si va mal) de cursar un Máster como el MCyTE que impartimos en el Aula EspaZio.
Recuerdo que cuando estudiaba la carrera me gustaba mirar los últimos temas de los libros y pensar “Eh! Algún día comprenderé qué demonios significa esto” o alguna cosa equivalente. Confieso que no siempre lo logré, lo cual nos lleva al misterio universitario por el cual alguien puede aprobar una asignatura (incluso obtener una excelente calificación) y al mismo tiempo no saber gran cosa de la misma. Pero el ejercicio de mirar el final del libro creo que sigue siendo sano. Y quizá algún futuro estudiante de máster (sea o no del MCyTE) pueda encontrar interesante esta entrada, porque marca el punto donde los alumnos pasan de la teoría a la práctica, donde deberían enfrentarse finalmente al reto de crear algo nuevo, realizar una investigación propia o participar en un proyecto empresarial real.
El asunto es que durante el pasado mes de septiembre se defendieron un buen montón de PFMs en nuestra Aula. Suponían la segunda hornada que cerraba el curso 2014-15, ya que la primera parte se resolvió durante el mes de julio. En esta ocasión me ha tocado vivir en primera persona muchos de los tribunales y por lo tanto he tenido la suerte y la responsabilidad de valorar unos cuantos de estos proyectos, en particular los de carácter más científico. Entre estos, he visto investigaciones sobre Venus, Marte, Júpiter o Saturno dirigidas por compañeros del Grupo de Ciencias Planetarias UPV/EHU. Me consta también que ha habido otros más terrenos. Me han impresionado los proyectos relacionados con el Centro de Astrobiología y el rover Curiosity, así como el desarrollo de un sistema de control para European Extremely Large Telescope para la empresa IDOM. Incluso algún estudiante se ha atrevido a detectar tránsitos de planetas extrasolares desde el Observatorio del Aula Espazio. Desde el centro de Bilbao, ahí es nada. Aquí podéis encontrar la lista completa de Proyectos propuestos desde el Aula, la verdad es que a mí me sigue impresionando la variedad de ideas.
En particular me gustaría comentar dos trabajos en los que he participado como director. El primero es el PFM de Rafa García Argente: “Diseño e implementación de un pipeline de reducción para el Observatorio Astronómico Aula EspaZio”. En este proyecto, Rafa ha dado respuesta a una de las necesidades más básicas de cualquier observatorio: que las imágenes que se adquieran puedan ser pre-procesadas de una manera automática y eficiente y que todas las operaciones básicas, que no precisan de la intervención detallada del usuario, se puedan encontrar resueltas al día siguiente, cuando el sufrido astrónomo ha podido ya descansar algunas horas tras una larga noche de observación. Me gustaría destacar la herramienta de apilamiento de imágenes estelares, que son capaces de combinar múltiples exposiciones aunque haya desplazamientos entre ellas. Este es un software escrito en C y Python que utiliza, entre otras, la librerías Cfitsio y CPL, de NASA y ESO, respectivamente.
Por otro lado, Iñigo Irizar ha colaborado este año en un proyecto de carácter netamente científico con su PFM: “Inversión de parámetros atmosféricos a partir de datos espectrales de atmósferas planetarias”. La idea esencial era adaptar el código de inversión EMCEE a códigos directos que ya poseíamos en el Grupo de Ciencias Planetarias UPV/EHU. Éste es un método bayesiano, que nos permite estimar la probabilidad de que los parámetros que definen un problema físico sean realmente los culpables de lo que estamos viendo. Esto es particularmente interesante en problemas multiparámetricos donde las combinaciones de, en ocasiones, decenas de parámetros pueden enmascarar las soluciones reales de un problema. Esto es lo que nos sucede muchas veces cuando simulamos la luz emitida o reflejada por las atmósferas de los planetas para intentar averiguar las propiedades físicas de las mismas. El trabajo de Iñigo nos permite ganar profundidad estadística a la hora de determinar las parámetros atmosféricos a partir de los datos que nos envían las misiones espaciales.
Comenzamos ya a madurar ideas para el próximo curso. Desde proyectos de observación desde nuestro observatorio hasta trabajos puramente científicos, muchos tenemos ya en mente unos cuantos retos para los estudiantes de este año. Creo que es el mejor momento al cursar un Máster: aquel en que asumes un problema real y encuentras la manera de llevarlo a buen puerto.
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