¿De dónde viene el agua de nuestro planeta? Cuando la Tierra se formó, se encontraba demasiado cerca del Sol para poder albergar en su superficie elementos volátiles como este y, si bien parte del agua puedo almacenarse en el interior de algunas rocas, parece bastante claro que una fuente externa contribuyó a formar nuestra hidrosfera actual. Sí, ¿pero quién? Siempre se ha sospechado de asteroides y cometas, cuerpos que cayeron en grandes números sobre nuestro planeta mientras se estaba formando y que, al haberse originado en regiones más externas del Sistema Solar, contienen mayores cantidades de volátiles. En principio, los cometas pueden contener más agua y se requerirían menos de ellos para aportar el agua de la que ahora disfrutamos. Recientes resultados de la misión Rosetta sobre el comenta 67P/Churyumov-Gerasimenko, sin embargo, afianzan la candidatura de los asteroides.
Para poder distinguir el origen del agua debemos ser capaces de medir cuántos átomos de hidrógeno están en su versión pesada, o deuterio, y cuántas en su versión ligera. Esta proporción depende de los procesos físico-químicos que ha sufrido un determinado cuerpo y son una auténtica huella digital que nos permite identificar el origen de algunos compuestos. Hasta la fecha todas las medidas del cociente D/H habían mostrado que los océanos terrestres se parecen más a los asteroides denominados condritas carbonáceas que a los cometas, ya sean estos de la familia de cometas de Júpiter (JFC) o los más lejanos cometas de la nube de Oort.
El debate se avivó cuando el telescopio espacial infrarrojo Herschel detectó en el año 2011 que el cometa JFC 103P/Hartley 2 poseía una cantidad de D/H que encajaba perfectamente con nuestros océanos. Precisamente, lo que ha mostrado Rosetta es que otro cometa JFC, como es el 67P/C-G que orbita, tiene unos números extremadamente alejados de los terrestres. La interpretación provisional es que los cometas parecen tener cocientes D/H muy variables y por tanto muy poco fiables para determinar el origen del agua. Por otro lado, sería un ejercicio de casualidad impresionante que de esta forma hubieran contribuido a una parte sustancial del agua en la Tierra para dar una proporción D/H calcada a la de algunos asteroides. Por tanto, los asteroides vuelven a coger la delantera en esta carrera por conocer el origen extraterrestre de nuestra querida agua.
Sabemos todos que el agua y la vida están intrínsecamente ligados. Hay quien piensa, incluso, que los cometas o asteroides pudieron contribuir no sólo con el líquido elemento, sino también con algunos elementos orgánicos que pudieran ser precursores de la vida. O la vida misma, según los más optimistas seguidores de la teoría de la panspermia. Este aspecto es completamente especulativo pero resulta bastante estimulante. ¿De qué está hecho nuestro planeta? ¿Sobre qué bloques de construcción estamos edificados? La respuesta está entre los pequeños objetos que orbitan nuestro Sistema Solar. Todas las agencias espaciales lo tienen claro y nadie quiere quedarse atrás en su exploración.
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