¿Cómo es nuestro hogar, la Vía Láctea? Resulta difícil de decir, dado que nos encontramos inmersos en sus brazos espirales. Apenas podemos adivinar su forma en los meses de verano, cuando el corazón de la galaxia, en la dirección de la constelación de Sagitario, se mueve hacia posiciones altas en el cielo. En invierno, en cambio, vemos el exterior menos denso de los brazos, disfrutando por ejemplo del espectáculo de nacederos de estrellas como la nebulosa de Orión o las jóvenes Pléyades.
Mientras tanto, nuestra única opción es buscar gemelos en el cielo, objetos que podamos estudiar desde nuestro planeta. NGC 7331 fue considerado como uno de estos gemelos. Es parte de los 500 objetos de Herschel, una lista de objetos de cielo profundo confeccionada a finales del siglo XVIII por el eminente astrónomo William Herschel. Dentro de la astronomía amateur, se le suele considerar el segundo peldaño que un observador del cielo debe recorrer, tras familiarizarse con el catálogo Messier. En nuestro caso, hablamos en general (aunque no siempre) de objetos más tenues y por tanto más complicados de observar a través del cielo profusamente iluminado de nuestra ciudad.
Curiosamente, NGC 7331 ha perdido en los últimos tiempos esa consideración como gemelo de la Vía Láctea y ha pasado a asimilarse más bien a nuestra gran competidora en el Grupo Local: la Galaxia de Andrómeda. Tanto por masa, número de estrellas, o tamaño del agujero negro central, esta hermosa galaxia espiral se ubica en la categoría de grandes espirales del universo cercano.
Como siempre que uno mira fuera del plano galáctico, es fácil descubrir aquí otros objetos galácticos. Se pueden distinguir al menos otras 3 galaxias a la izquierda de nuestra protagonista y una cuarta en la esquina inferior derecha. Todas ellas fueron inicialmente consideradas como parte de un grupo llamado en ocasiones Grupo Deer Lick. Pero, ¿por qué son tan pequeñas? La respuesta es sencilla: están unas 10 veces más lejos. Se trata por tanto de una asociación puramente visual, sin conexión física entre ellas.
Esto nos proporciona todo un récord de distancia para el Observatorio Aula EspaZio: al menos 350 millones de años-luz desde un pequeño observatorio en medio de una ciudad densamente iluminada. No está mal, ¿verdad?
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