Hoy cedo este espacio a las palabras que Antonio de Arcos redactó para la introducción de su Proyecto Fin de Máster, brillantemente defendido el viernes.
El espacio nos ha llenado de conocimiento, pero también nos ha deleitado con imágenes hermosísimas, de una belleza sublime. […] Pero cada vez menos afortunados pueden disfrutar tales perspectivas. Actualmente la mayor parte de la población mundial reside ciudades, donde la contaminación lumínica predomina la visión que de la noche tienen sus habitantes. Encajonados entre manzanas de altos edificios resplandeciendo con el color anaranjado de las lámparas de sodio, lejos de los campos y montes oscuros sometidos al esplendor lechoso de la Vía Láctea imponente, los hombres poco a poco olvidan el aspecto del cielo nocturno. Las ciudades son un pésimo lugar para la observación astronómica, situación que puede verse agravada por las condiciones climatológicas que en determinados lugares, como el caso de la ciudad de Bilbao, añaden un grado más de dificultad a la labor del astrónomo. Es por ello que tener la capacidad de observar satisfactoriamente objetos lejanos desde un enclave urbano ofrece la posibilidad a un gran número de personas de conocer el cielo, que de otro modo seguiría resultándoles ignoto, y esto tiene un importante valor docente y divulgativo. El presente proyecto gira precisamente en torno a esta idea[…]
[…] y como he comentado en otras ocasiones, la contaminación lumínica es más que un problema para los astrónomos y su ciencia. Es también […]