Funcionamiento
del oído interno
El
vestíbulo posee dos orificios (ventanas oval y redonda) tapados por
sendas membranas. La ventana oval está unida al estribo y recibe de él
sus vibraciones. La cóclea se divide longitudinalmente por la membrana
basilar, sobre la que se asientan los filamentos terminales del nervio
auditivo. Cuando el estribo empuja la ventana oval, se produce una
sobrepresión en la parte superior de la cóclea que obliga a circular el
fluido linfático hacia la cavidad inferior a través del helicotrema,
mientras que la membrana basilar se deforma hacia abajo. Finalmente, la
membrana elástica que cierra la ventana redonda cede hacia afuera.
Cuando
el estribo se mueve hacia la izquierda y la derecha, aumentando y
disminuyendo la presión del líquido contenido encima de la membrana
basilar, aparece una onda que se desplaza de izquierda a derecha a lo
largo de la membrana. Esta onda puede visualizarse como un movimiento de
traslación hacia arriba y hacia abajo de la membrana. Su velocidad de
avance depende de la frecuencia y de las características de la membrana
basilar. En algún punto de la cóclea la velocidad es cero. Cerca de ese
punto, la membrana oscila hacia arriba y hacia abajo con mayor fuerza y
absorbe la energía de la onda. Cada punto de la membrana basilar responde
así a una determinada frecuencia.
Cuando el oído recibe un sonido con varias frecuencias, cada una de
ellas excita un punto en la membrana basilar, de modo que el cerebro puede
interpretar además de la altura del sonido su timbre, sin más que
discernir qué terminaciones nerviosas fueron excitadas y con cuánta
intensidad. Es decir, el oído interno funciona como un analizador de
sonidos.
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